Tranquilos, no se me ha ido la cabeza con el título. Os voy a contar un cuento de un país en el que pasaban cosas muy extrañas, un país en el que hasta los años 90 no había llegado la gasolina ni, por tanto, los coches. En esa década comenzaron a llegar algunas empresas distribuidoras de gasolina, unas poquitas que controlaban el mercado.
Como los coches eran caros, la gente no se animaba a comprarlos, por lo que los distribuidores de gasolina pensaron que sería una buena idea subvencionar el coche para incentivar el consumo de gasolina. Pero claro, como tenían que cuidar su negocio, la subvención incluía una serie de condiciones:
- Los usuarios sólo podrían utilizar la gasolina distribuida por la empresa que le había “regalado” el coche.
- Además, para poder recibir el vehículo gratis, los clientes se comprometían a repostar durante, al menos, un año en las gasolineras de esa empresa y con un consumo mínimo de gasolina.
- Por otro lado, para que las cuentas de la empresa cuadraran, ésta obligaba al cliente a repostar siempre la gasolina SuperPlus, la más cara.
En un primer momento, los usuarios estaban encantados porque habían conseguido un automóvil gratis, o casi. Pero cuando empezaron a echar cuentas, se dieron cuenta de que quizá no era tan buen negocio: estaban obligados a repostar gasolina SuperPlus siempre en la misma empresa, cuando para ellos era suficiente la gasolina Super, mucho más barata. Lo que habían ahorrado en la compra del vehículo, lo habían gastado con creces en pagar la gasolina más cara.
Además, los ciudadanos comenzaron a darse cuenta de que en muchas ocasiones, el coche subvencionado no era igual que uno de serie, sino que los distribuidores de gasolina lo habían personalizado. Comenzaron poniendo unos logos de la empresa en los laterales y poco a poco, comenzaron a incluir una serie de extras que no interesaban al usuario y que éste no podía desactivar.
Y en esto llegó una nueva generación de empresas distribuidoras de gasolina que proponían un modelo diferente: gasolina mucho más barata, pero sin subvención del coche. Incluso sin subvención, como el coste de su gasolina era menor, a los clientes les seguía compensando comprar un vehículo libre.
¿Y qué tiene que ver esto con la telefonía móvil? Sustituye “empresas distribuidoras de gasolina” por operadores de red. Y cambia “nueva generación de empresas distribuidoras de gasolina” por operadores móviles virtuales. Por último, remplaza la “personalización y los extras” por la modificación del sistema operativo de los terminales bloqueados… Ahora, ¿te suena la historia?
Esta es la forma en la que los operadores de telefonía tradicional conseguían mantener a sus clientes, a pesar de contar con tarifas más elevadas. Como el modelo de subvención de terminales nos ha acompañado desde el principio, no lo veíamos muy claro. Pero, ¿a que con el ejemplo de la gasolina y los coches se ve mucho más claro quién es el beneficiado por la subvención?
Pues eso, en Suop no te regalaremos un móvil, pero ni te obligamos a consumos mínimos, ni a permanencias… Y te ofrecemos buenos precios y un nuevo modelo de operador de telefonía móvil colaborativa.
